Alfredo Eidelsztein — La teoría de las ficciones o la ficción en el sentido más verídico












Sobre el artículo homónimo.
Eidelsztein hace un recuento de los epígonos lacanianos. Habría más o menos tres lecturas o corrientes de lacanianos. Todos embrujados por su palabrerío, poesía, filosofía o no-ciencia exacta. Los hay biologicistas, los cuales degradarían las "ficciones" de Lacan. Por su parte los lectores del poeta Lacan, poetas a su vez y partidarios de la ambigüedad de la palabra e incluso aquello inefable de que habla Lacan, quienes se hechizarían por las ficciones de Lacan. Por último los que confían en una recuperación de Freud, aportando nuevos argumentos y -sobre todo, "conceptos"- propuesta desde un mismo Lacan hechizado por Freud. ("Yo soy el único que ha leído a Freud", sic). 
Todos los epígonos coincidirían en que los matemas o las formalización matematizada en psicoanálisis son ficciones que no van más allá del disfraz. ¿Pero qué disfraz se refiere aquí? En un momento, citado por Sokal, Lacan dice que el sujeto es un toro de Klein. Que la estructura es la realidad. Los biologicistas sostendrían que el cuerpo biológico es real, por ejemplo, mientra que para Lacan sería imaginario. 
Eidelsztein nos muestra dos cuadros bastante límpidos, el uno basado en la teoría de Jeremy Bentham(1) de quien nos cuenta que es el padre del utilitarismo y el otro (cuadro) sería una suerte de estilización del primero conforme al aporte lacaniano.
Ahora bien, la propuesta de Eidelsztein supone, de algún modo, una hermenéutica, lo cual parecería antilacaniano, aunque precisamente Eidelsztein alega con las referencias al pie de su artículo a Lacan mismo como emisor de esta propuesta. 

Vayamos al punto. En ambos casos del lacanismo habría confusión de las ficciones con el registro de lo imaginario (uno de los tres registros, con el simbólico y el real). Las ficciones tendrían su parte de verdad, a diferencia de lo imaginario.  Lo imaginario se definiría como fantasía lo cual es antilacaniano (no hay definiciones, porque no hay metalingüística). Y hasta aquí llega la propuesta, porque empieza el problema: en decir que lo imaginario es fantasía y no ficción y en reponer después que eso es antilacaniano. (2)

El cuadro de Benthman consigna entidades corpóreas y por otro lado incorpóreas. Cada una de las dos podría ser a su vez ficticia o real. Así, los epígonos poéticos no admitirían en sus teorizaciones “sustancias corpóreas ficticias” y los biologicistas “sustancias incorpóreas reales”.
El hincapié en Benthman por parte de Lacan transformaría el signo de Saussure, dándole primacía al significante, que como se sabe no abandona su consistencia física. De ahí que se diga que la filosofía de Lacan, cuando la hubiese, sería realista. Pero el problema nace al decir que el que sea un realista comporte una virtud. Como fuere, se sabe que lo real no debe confundirse con la realidad. Y se ve claramente en la cita de Eidelsztein "Fictitious, no quiere decir ilusorio ni engañoso". O dicho en otras palabras lo ficticio no quiere engañar, necesita hacerlo. El entredicho (en Lacan), podríamos decir, se suscita en su crítica a la religión: la idea del engaño se trata de separar de la ficción porque aquella comportaría una asociación -tan pronto Lacan refiere el funcionamiento del pensamiento por metonimia-metáfora, como se sabe- a un fuerte peso o adherencia de un determinado significado a ese significante "engaño", que no es otro que lo malo, lo antisocial, lo que el grupo expulsa, condena, el diablo, etc. Basta revisar el uso de la palabra ficticio y de la palabra engaño y se verá como una posee una carga condenatoria.
Existe un juego o test que la psicología cognitiva practica y cuya estructura es bastante previsible -que muestra que el arte es ciencia y qué lo que quisiera ser Lacan, taquígrafo gogólico de Freud, psico, filósofo, etc., poco importa- y que bien pudiera enunciarse así: ¿Cuál de estas dos  palabras asociaría (ficción o engaño) a esta tercera (traición)?. Es justamente la más común elección de "engaño" lo que refiere una tendencia del pensamiento. Una ley, ya que la ley, es la regla.
Por eso mismo al enunciar "Fictitious, no quiere decir ilusorio ni engañoso" primero Lacan y luego Eidelsztein son llevados a la práctica misma del círculo vicioso del lenguaje, que se puede decir justamente por ese círculo vicioso del lenguaje, tan pronto "no hay metalingüística" como "no hay Otro del Otro". Asimismo se usa "fantasía" en lugar de "engaño" para diferenciarlas de "ficción". Y justamente la palabra "fantasía" genera otras asociaciones, como ser, v. gr. cháchara, palabrerío, mito en la acepción de falsedad.
El que Lacan tuviera muy en claro esto, como Quevedo, v. gr., tenía un conocimiento inusitado de la lengua española conforme muestra la combinatoria bestial de la semántica en su obra, no quita que caigan en los círculos referidos, como se trató de mostrar arriba. Más aún para aquel que no ejercita la lengua. Esta es la razón de la oscuridad tan mentada en Lacan. Es un conceptista. 
Por estas monstruosidades verbales -léase monstruo en la tópica del goce, o su etimología: lo digno de ser visto es aquello que nunca se vio, la dificultad- ellos dejan entrever que la mayoría de los lectores se abandonan al significado y que ellos propenden a una observación, por así decirlo, milimétrica de la lengua madre (nunca del lenguaje).

Volviendo al artículo de origen, Eidelsztein refiere una suerte de malentendido en el lacanismo por el que según Lacan toda verdad es aquella fantasía referida y no ficción. Justamente aquí se apoya otro círculo vicioso: si Lacan hablara de malentendido caería nuevamente en la marea de las palabras puesto que el malentendido es la propiedad que lega la lengua de modo que no puede reclamar que no haya malentendido, y en consecuencia, epígonos. Pudiera acuñarse "malentendimiento", pero esto no sirve para describir los procesos de la lengua porque supone la transferencia de todo lo transferido, que no es posible por su misma noción de que "no hay comunicación" o "no existe relación sexual", "falla", "hiancia", "castración". Y vuelta al insoluble, que también se puede ver en la noción de vagabundeo (errement) como algo que no fue innecesario (in-útil, aparece la sombra de Benthman).  
Entonces según Eidelsztein la verdad, aquello en que se cree a la manera del dicho "estamos rodeados de relaciones de fe, aun la fe que se pretende rigurosa de la ciencia y que por eso logra concretar aspiraciones que se propone a través de su tecnología-, esta noción de verdad que tendría estructura de ficción es la forma con que Lacan consiguió referir la llamada teoría de los paradigmas (3), para la cual se usa también la acepción de modelo, muleto, ensayo, y etc. De allí el utilitarismo preciado en Benthman, esa mixtura que es el paradigma, la ficción, (entre algo descartable y algo recolectable, reciclable): la ficción es útil. Así, conceptos como pulsión que Freud consideraba un mito (en la acepción referida de falso) sería ficción en Lacan pues opera como real o tiene estructura de verdad. El inconsciente de Lacan puede corresponderse con el "mundo" de Wittgenstein porque esta noción comprende no lo que se descarta sino lo que se recicla. Porque en el inconsciente están las supersticiones entremezcladas con nociones más exactas: así el hombre hoy en día no incluye como fe el que la enfermedad tenga un origen pecaminoso, sino que habla otra vez de un origen, pero cofactorial. 
La certitud de varios conceptos se prueba en que no importa la disciplina para acercarse más a la verdad: así Eidelsztein refiere la diferencia entre la res extensa de Descartes -matemático, no un amateur, como Lacan- y el real. Sólo por la época el concepto de real lacaniano es más "útil" que la "res extensa" cartesiana puesto que simplemente se ve en que uno supera el dualismo y se planta en la idea de las cuatro dimensiones. El entusiasmo del lector de Lacan dirá que el francés más reciente presupone -desde el lenguaje- la cuarta dimensión (que es del espacio), o sea el tiempo de los físicos, lo cual es cierto conforme su lenguaje ha mirado en los fenómenos de la cultura que concomitantemente sucedieron. Era más probable que los arrastrara consigo si tenía cualquier aspiración investigativa.   
El cuadro propuesto por Eidelsztein ilustra -porque repite, y procesa- lo dicho: donde el lacanismo ve lo simbólico, las palabras, Lacan ve el agujero del Otro, la hiancia; donde el lacanismo ve a lo imaginario como imágenes y ficciones, Lacan vería el cuerpo biológico; donde el lacanismo ve a lo Real [Eidelsztein lo pone con mayúsculas] como objetos 3D, Lacan vería el imposible lógico matemático y las ficciones. 
Estas características ["enredadas", enredaderas de palabras, y por ello se tiende a ir al cuadro] sólo son porque ex-isten (por el Otro agujereado, hiancia).
Esto, al parecer, pudiera mostrarse en la noción de sinthome. El sinthome es una suerte de resultado del llamado analizante en el que ese analizante no es en ninguna forma analizado "no lo puedo decir de otra manera" como decía Edgar Bayley o "faltan las palabras" -in.efable o in.afable, in.decible- como decía Lacan. El ejemplo de Eidelsztein, en lo real lacaniano -sirva como figura retórica-: un bípedo de tres patas. 
¿Dónde ubicar las matemáticas -no el imposible lógico matemático-, entonces, en ese cuadro divertido? En el cuerpo biológico. Es un cuerpo biológico. Como suponía el mismo Lacan, la matemática es la forma más pura de abstracción, lo que mejor recuerda lo que olvida la abstracción.  






(1) "Bentham, quien tenía la costumbre de escribir mucho, pero dejando la mayor parte de los textos inacabados para que los completaran sus editores." (Wikipedia, 2007). 
(2) Decir antilacanismo es olvidar una parte de Lacan, los lacanianos, por los cuales Lacan está muerto. (Frase linda, chistosamente lacaniana). 
(3) "Paradigma es lo que piensas sobre algo antes de pensarlo." (Faiz Khan).







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